lunes, 27 de agosto de 2012

Mario Abel Amaya, a 36 años de su secuestro y posterior desaparición



Como militante de la Unión Cívica Radical lucho toda su vida por sus ideales, como la vigencia de las instituciones democráticas. Su abnegada defensa de los Derechos Humanos, fue motivo más que suficiente para que un 17 de agosto de 1976 fuera secuestrado por orden de la dictadura militar.

Pedimos la inmediata iniciación del juicio sobre su detención y muerte
Mario Abel Amaya nació un 3 de agosto de 1935, en la localidad de Dolavon, Provincia de Chubut. Su familia se había trasladado a esa Provincia patagónica, porque su padre era docente y fue a trabajar al sur, dejando atrás su provincia natal de San Luís.

Una vez finalizados sus estudios primarios, cursó la secundaria en la ciudad de Trelew, para más adelante estudiar la carrera de abogacía y comenzar en ese ámbito con su actividad política, militando con compromiso en favor de los ideales de la Reforma Universitaria.

Mario Abel Amaya, se afilió a la Unión Cívica Radical, y fue uno de los miembros que fundaron el Movimiento de Renovación y Cambio, cuyo máximo dirigente era Raúl Alfonsín. Mario fue un importante dirigente del radicalismo en su Provincia. En este sentido, fue electo Diputado Nacional en las elecciones nacionales que tuvieron lugar en el año 1973. Cabe destacar, la pasión puesta en su tarea política, la cual, desarrollaba siempre en el marco de sus ideales y convicciones.
Su búsqueda fue permanente en la consecución de un Radicalismo más activo y militante. En este sentido, más allá de las formalidades partidarias, no dudo en defender durante la dictadura de Onganía (1966-1973), a dirigentes estudiantiles, políticos y obreros, entre ellos, Agustín Tosco.
Una vez producido el golpe de Estado de 1976, Mario Abel Amaya fue detenido por un grupo de tareas perteneciente a las Fuerzas Armadas, un día17 de agosto de 1976, en su domicilio de la ciudad de Trelew. Una vez consumado el secuestro, su paradero era incierto, hasta que se supo que había pasado por las cárceles de Bahía Blanca y Rawson, para finalmente ser trasladado a la Unidad 8 del Servicio Penitenciario Nacional. En este último lugar de detención, fue torturado hasta que producto de los vejámenes a los que fue sometido, debió ser trasladado al Hospital Penitenciario. Allí pasó sus últimos días, donde falleció un día 19 de octubre de 1976.

Mario Abel Amaya, al momento de morir tenía tan sólo 41 años, no se lo podía acusar de ningún cargo o delito, ya que siempre estuvo alejado de las prácticas violentas. Se cumplen 36 años de su detención y muerte. En tal sentido, el permanente recuerdo de su militancia, nos lleva a concluir que fue un ejemplo de lucha por los derechos de los más débiles y la consecución de una democracia social. Cabe destacar que como parte de un merecido homenaje, una Escuela de Trelew lleva su nombre.
Mario Abel Amaya, fue un ejemplo de quienes por la ideología y principios del Partido Radical, lo dieron todo a cambio de nada. En este sentido, se convierte en la actualidad en una referencia a tener en cuenta, al menos, si la idea de la mayoría de los militantes y dirigentes de la Unión Cívica Radical, es dotar al radicalismo del futuro, de la tan necesaria vocación de poder, a partir de la formación de nuevos cuadros y la promoción de dirigentes, con el fin que estos puedan abordar y dar solución, los temas nacionales no resueltos.

Los radicales debemos honrar a quienes ofrecieron su vida militando por un país mejor, y la mejor forma de homenajearlos, es redoblando nuestros esfuerzos militantes, para consolidar definitivamente las instituciones democráticas en nuestra República Argentina.

Por César Arrondo. Profesor e integrante del Foro de Historiadores Radicales

Argentina Abierta





23 agosto, 2012 iadepp



Conversaciones sobre Argentina en el mundo

El Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (Iadepp) junto con el Instituto de Gestión Pública (IGP) le invitan a la apertura del ciclo de charlas sobre política internacional ARGENTINA ABIERTA que tendrá lugar en el Teatro Municipal del Viejo Concejo de San Isidro (9 de julio 512 -San Isidro) el próximo 30 de agosto a las 19.00 hs.


ARGENTINA EN EL MUNDO A LOS 30 AÑOS DE DEMOCRACIA

Apertura del ciclo

Gustavo Posse Presidente del Instituto de Gestión Pública (IGP)

Jorge Álvarez Presidente del Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (IADEPP)

Intervienen


Claudio Aliscioni Editor Política Internacional – Diario Clarín

Daniel Muchnik Periodista y escritor

Una iniciativa de Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudios de Políticas Públicas

http://www.iadepp.org/ junto con el Instituto de Gestión Pública (IGP) www.igp.org.ar

ARGENTINA ABIERTA: un ciclo sobre el lugar que ocupamos en el escenario global

Argentina Abierta es una iniciativa lanzada por el Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudios de Políticas Públicas junto con el Instituto de Gestión Pública y organizada por el portal de noticias CiudadSi.

¿En qué lugar estamos en el mundo?, ¿cómo nos ve el mundo?, ¿cómo vemos el escenario internacional?

Estas son preguntas que Argentina viene haciéndose desde la independencia y cuyas respuestas han ido cambiando a lo largo de la historia según la decisión de las políticas públicas o bajo el signo de los tiempos y sus circunstancias.

Por primera vez es posible pensar en un balance de nuestra posición en el mundo tras 30 años de democracia ininterrumpida, toda una generación marcada además por acelerados cambios y profundos desafíos.

Argentina Abierta convoca a intelectuales, periodistas, líderes políticos, personas de la cultura, la ciencia o la economía para que nos ofrezcan su visión del lugar en el que estamos y del lugar al que debemos aspirar para garantizar un futuro de bienestar a los argentinos del presente y del futuro.

ARGENTINA ABIERTA: Conversaciones sobre Argentina en el mundo

En los últimos 30 años Argentina ha vivido el periodo más largo de democracia en medio de un escenario global en profundo y acelerado cambio. ¿Cómo nos hemos situado en la arena internacional?, ¿somos más fuertes o menos en el mundo que hace 30 años?

Daniel Muchnik y Claudio Mario Aliscioni cuentan con una larga experiencia mirando el mundo y cómo sus cambios inciden en Argentina. La crisis económica internacional que va camino a su quinto año ha puesto en duda numerosas instituciones y actores claves en las relaciones internacionales, ¿qué tiene que decir nuestro país en este proceso de transformación?

Daniel Muchnik

Periodista y escritor inició su carrera periodística como cronista en las revistas Siete Días y Panorama Mensual. Se desempeñó como secretario de redacción del semanario El Economista y también del diario La Opinión de Buenos Aires. Entre los años 1976 y 1992, fue secretario de redacción del diario Clarín, a cargo de las secciones de economía y suplemento económico, donde redactó sus habituales columnas de análisis. Actualmente colabora con el diario Perfil, es conductor del programa televisivo “Estado Bajo Control” (canal 13 de Cablevisión y Multicanal) y del programa “Tormenta de Ideas”, emitido en el mismo canal. Publicó 16 libros y recibió numerosas distinciones, entre las que se destacan el Premio Konex al Periodismo Económico (1987), el Premio Konex de Platino en Análisis Económico (2007) y el Premio ADEPA al periodismo Económico (1997).

Claudio Mario Aliscioni

Locutor y periodista, desde 1996 es editor de la sección de política internacional de Clarín. Fue secretario de redacción de la agencia periodística Diarios y Noticias (DyN) entre 1983 y 1995 y colaboró con las agencias Inter Press Service (IPS) y Associated Press (AP). Cumplió coberturas periodísticas como enviado especial en Europa (Alemania, España, Italia, Suiza), en Oriente Medio (Israel y Jordania), en Sudáfrica y en países de América. Entrevistó a jefes de gobierno y presidentes como Sandro Pertini, Miguel de la Madrid , Carlos Mesa, Felipe González, José María Aznar, entre otras personalidades. Es Licenciado en Filosofía y Letras por la UBA y cursó estudios en la Universidad de Bolonia (Italia). Ha publicado artículos sobre filosofía en revistas especializadas y actualmente acaba de editar un libro sobre la economía en Hegel

PROGRAMA

19.30 Apertura del ciclo

Gustavo Posse, Presidente del Instituto de Gestión Pública (IGP)

Jorge Álvarez, Presidente de Iadepp

20.00 Argentina Abierta: presentación del tema, los ponentes y moderador

Ezequiel Sarno, Iadepp

20.10 “Argentina: un lugar en el mundo”

- Claudio Aliscioni, Editor Internacional Clarín

- Daniel Muchnik, Escritor y periodista

Modera: Carlos Celaya, Director de Ciudad Si

Objetivos del programa Argentina Abierta:

Desarrollar una lectura actualizada sobre el acontecer de la política mundial.

Reconocer la potencialidad Argentina.

Promover alianzas para el estudio y la investigación de la situación global

Misión:

Comprender a Argentina desde la mirada externa por medio del diseño de un ciclo de charlas por parte de expertos para comprender hacia donde confluyen las nuevas tendencias políticas, económicas y sociales que definirán nuestro papel en el mundo.

¿Como trabajamos?

Desarrollamos convenios de cooperación con Instituciones para llevar a cabo el ciclo de charlas “Argentina Abierta” con la presencia de conferencistas especializados en política internacional desde distintas perspectivas

Coordinador: Ezequiel Sarno

EL LUGAR: Teatro Municipal del Viejo Concejo. San Isidro

El Teatro Municipal del Viejo Concejo reabrió sus puertas en 2005 y desde entonces es una pasarela por la que circula la música y el teatro experimental, el cine de autor y las producciones independientes, los artistas locales y la dinámica vida social y cultural de San Isidro. Es un espacio abierto en una puesta en escena privilegiada.

EL ORGANIZADOR: CiudadSI. Información para pensar y actuar

CiudadSi es el portal de noticias del Iadepp con cerca de 10.000 suscriptores. Aborda temas de interés general, derechos sociales y cuenta con una poderosa agenda cultural. Impulsa asimismo acciones e intervenciones públicas para estimular el debate social entorno a los temas que analiza.

Organiza: CiudadSI www.ciudadsi.com

Para más información: contacto@ciudadsi.com


miércoles, 8 de agosto de 2012

UN PAÍS DESIGUAL Y ASIMÉTRICO

Por Aldo Neri

No hay que perder el tiempo en discutir las culpas de nuestros ancestros (ocupación favorita de algunos revisionistas históricos), pero el hecho está ahí, innegable: la Argentina es un país concentrado y, lo que es peor, con una hasta ahora irreversible tendencia a seguir concentrando todo: poder político, población, riqueza, beneficios sociales, oportunidades culturales. Esto no quiere decir que no haya cierto desarrollo interior, pero su ritmo es incomparablemente menor que la inexorable fuerza centrípeta que nos atrapa.

No cabe a este artículo mostrar los números que fundamentan el aserto, pero sí es pertinente enumerar sólo algunas de sus consecuencias principales: obstaculiza la diversificación de nuestro perfil productivo, vieja endemia de nuestra economía; aumenta la desigualdad social, profundizando la pobreza y haciendo ilusoria una mayor igualdad de oportunidades; agiganta los efectos de la ineficiencia del Estado nacional; centraliza y aumenta la conflictividad social y política en Buenos Aires: lo que pasa en el área metropolitana de Buenos Aires le pasa a la Argentina, lo demás son rumores lejanos. Y dejo aparte una consecuencia que merece aclaración adicional: convierte al federalismo, y a su inspiración de sana descentralización, en una mera retórica jurídica. Una supuesta autonomía que no se apoye en un cierto grado de desarrollo de la economía local y financiación propia es ilusoria y sólo cosecha sus propios defectos.

Y esta consecuencia es importante, más allá de la actual controversia circunstancial de que hoy el empeoramiento de la situación se deba principalmente a errores de la conducción nacional, como sostiene la oposición, o al enfriamiento de la economía del mundo (explicación a la que recurre, ante signos de desaceleración, el mismo gobierno que explica paradójicamente la bonanza anterior, ocurrida en condiciones internacionales muy favorables, sólo por sus propios méritos); y de que la situación crítica de muchas provincias se agrave por una lucha interna del peronismo, alimentada por un temperamento presidencial discrecional y autista. Porque, en cualquier caso, todo ello se ve facilitado por un vicio estructural subyacente, al que la "cultura de la coyuntura" argentina no ha atinado secularmente a revertir.

Claro, todo sistema social en su madurez ha consolidado los grupos de interés predominantes, y esta Argentina asimétrica ha consolidado los suyos y los protege de todo intento de reforma, aún inconscientemente, como ocurre en la mayoría de aquellos casos en que no se distingue la justicia y pertinencia del caso particular de la impertinencia e injusticia del efecto sobre el conjunto; cuando todos creemos tener "honestamente razón" en nuestra aspiración y la "razón" del conjunto resulta demasiado difusa y abstracta.

El diagnóstico no es nuevo, con mayor o menor brillantez lo han señalado valiosas voces intelectuales y políticas a lo largo de décadas. Los gobiernos lo han dicho muy poco, abrumados por la contingencia o tentados de ejercer el poder unitario. Quien fue más lejos en la vocación de cambio fue Alfonsín, con su intento de convertir el traslado de la capital de la República en símbolo de un proceso descentralizador no sólo del Estado, sino de la economía y de la población, pensando una Argentina futura más armoniosa e integrada, como la piensan sólo los estadistas, que él lo fue.

Todo conspira contra un proyecto así; recordemos, en ese ejemplo, las críticas ochentistas al "proyecto faraónico"; la reticencia de la oposición peronista a pesar de la tímida solidaridad del interior; recordemos las vacilaciones del propio partido, sólo equilibradas por la fortaleza del liderazgo presidencial; evoquemos la oposición de buena parte de la prensa. En fin, un ejemplo de la dificultad de hacer cambios estructurales de mediano y largo plazo en una sociedad obsesionada por el presente, sin proyecto. Al fin y al cabo, no muy diferente a tantas otras que sólo los aceptan después de mucha "sangre, sudor y lágrimas", como le pasó a Europa en el 45.

Todo proyecto político de futuro responsable tiene que plantear estos dilemas y proponer las respuestas; no hacerlo es autoengaño y mentira, por omisión, al resto de la sociedad. Es posible que quienes se atrevan tengan que sacrificar ventajas electorales inmediatas, hasta que las ideas germinen. En una entrevista, hace años, que Humberto Eco le hiciera al izquierdista primer ministro italiano Máximo D'Alema, éste prevenía contra el riesgo de que la política fuera "un puro reflejo de todos los instintos y las demandas corporativas que penetran la sociedad civil". Lamentablemente, esto fue también un pronóstico. Pero eso que llamamos inconsciente colectivo es a la vez sabio e infantil; quiere maestros democráticos, y si no los tiene, busca alguna tranquilidad en el autoritarismo. Pero lo que a la larga desprecia es la mera obsecuencia política a sus apetitos.

martes, 7 de agosto de 2012

UNA PROPUESTA REFUNDACIONAL

Por Federico Storani. fredi@redynet2.com.ar


La política, en un sentido amplio, es la actividad humana tendiente a organizar a la sociedad. Cuando se formula un proyecto político se lo piensa intentando abarcar a toda la sociedad: las reivindicaciones específicas o sectoriales que existen de manera natural tienden a unirse o simplificarse bajo determinados denominadores comunes y así se alcanza una propuesta global.

En este momento atravesamos una etapa en la que soportamos una prédica muy fuerte en contra de la política como actividad. Pero no existe ninguna disciplina neutra a la política: no existe una suerte de economía pura, existen políticas económicas; así como tampoco existe el conocimiento científico y tecnológico independiente de la política y los ejemplos podrían continuar.
El problema de siempre, podríamos decir que el problema de la historia de la humanidad, es quién hace política. Y es el tema clave porque allí reside la clave de la legitimidad. ¿Quién de nosotros estaría dispuesto a resignar nuestra cuota-parte de libertad, si nos basáramos en el Contrato Social y las doctrinas contractualistas, para delegar en un poder que se transformaría en el ordenador que necesitaría la sociedad? ¿Cuál es la razón que justificaría una decisión así? En la esencia de esas preguntas reside el núcleo de aquel axioma que define a la política como el “arte de lo posible”.

Una definición elemental nos señala que la democracia es dueña de una legitimidad insustituible. Lo que debe hacerse es mejorar al máximo la legitimidad democrática, y eso es posible. Y en ese sentido concurren una serie de factores que son políticos, que son económicos, que son institucionales, que son culturales.
La Argentina tiene dos grandes vertientes populares, una es la que hoy está en el poder y a la que nosotros calificamos como populismo, sin que esta definición conlleve necesariamente un tinte despectivo, ese populismo tiene como tronco fundamental a las distintas variantes del peronismo según los ciclos históricos. El populismo peronista en ciertas etapas asume posiciones sumamente conservadoras o neoliberales como se la definió durante el período de Menem en los años 90, en ese ciclo fueron los abanderados de todo el proceso de privatizaciones de las Empresas del Estado y de los recursos naturales que además se llevaron a cabo con un altísimo nivel de corrupción, nunca está demás aclarar que en ese proceso Menem fue acompañado por los Kirchner de principio a fin.
Porque Néstor Kirchner, que era gobernador de Santa Cruz, militó abiertamente para reclutar Diputados para dar quórum para la privatización de YPF, y después felicitó a Menem diciendo que era el presidente más importante de la historia por lo que había ocurrido. Después vino ese proceso de argentinización entre comillas que significó el ingreso del Grupo Eskenazi, que ingresó al negocio sin poner un peso simplemente porque eran amigos del poder kirchnerista. Ahora se plantea nuevamente la renacionalización de YPF, la consecuencia de esta política errática, cambiante, incoherente, es la crisis energética que sufrimos los argentinos y el constante aumento de precios del combustible y su impacto en toda la cadena de comercialización.

El ciclo populista de lo que hoy se denomina Kirchnerismo es una vertiente que se define a sí misma y se presenta como progresista y popular, pero para nuestro análisis es necesario alcanzar una definición mas precisa del kirchnerismo. Una caracterización de la etapa de Néstor Kirchner y de la de Cristina Fernández de Kirchner.

Estaríamos abusando del lenguaje si definiéramos a este Gobierno como el conductor o impulsor de un modelo. Los resultados económicos de la gestión de Kirchner se dieron a pesar de Kirchner. Porque son una consecuencia de la soja transgénica que viene de los ’90, porque es la consecuencia del default en que cayó la Argentina durante el periodo de Alberto Rodríguez Saá, y de la devaluación que, en un contexto muy particular, concretó Eduardo Duhalde.
La administración kirchnerista obtiene resultados a pesar de sus integrantes, los consigue como consecuencia de decisiones adoptadas previamente en el marco de un contexto internacional irrepetible. Tal es así, que hasta Haití creció en estos años.
Lo que este Gobierno no puede exhibir es lo que muestran los gobiernos serios como el de Chile, como el de Uruguay y como el de Brasil, que con este contexto internacional lograron reducir la desigualdad y la pobreza.
El kirchnerismo ofrece respuestas de corto plazo, del día a día. No trabaja con una visión estratégica ni con un proyecto de inserción de la Argentina en el mundo. La economía argentina se sostiene con un 40% de los trabajadores que están en negro. ¿Qué tiene de progresista tener semejante cantidad de trabajadores en esa condición ?
En este terreno el gobierno gestiona mal porque no hace un uso eficiente de herramientas que sí pueden ser muy útiles. Desde el Radicalismo, junto con otras fuerzas políticas, propusimos en su momento la implementación de la Asignación Universal, que el Gobierno afortunadamente tomó la decisión de ponerla en marcha, pero lo hizo mal porque lo hizo por decreto, lo hizo mal porque además no es universal y lo hizo mal porque se la come la inflación.

Aquí vale la pena detenerse en la trascendencia que tiene contar con índices confiables. Si el porcentaje oficial de la inflación se choca de frente con la realidad cotidiana, cada actor de la economía buscará su información y aportará su propio número. En consecuencia, es absolutamente indispensable normalizar el INDEC. Y hay que reconocer que la inflación es un problema, cosa que este Gobierno no hace. De hecho, el Gobierno le quiso hacer creer a los argentinos que la inflación del año 2011 fue del 8 por ciento.
El mayor condicionamiento que tiene la actividad política hoy es el de orden económico social. Si trazáramos una síntesis casi brutal podríamos decir que la década del 90 se caracterizó por una política económica de concentración extraordinaria que consolidó un enorme poder económico concentrado en muy pocas manos. Y esa situación generó exclusión, marginalidad social, pobreza y, de éste modo, una profunda inestabilidad política. ¿Por qué? Porque mientras en el quinquenio 91/95 la economía argentina creció en un 35 % acumulado de su producto bruto interno, en el mismo período se triplicó la desocupación pasando del 6 % a más del 18 %.
La etapa del kirchnerismo coincidió con un ciclo económico muy propicio para economías como la nuestra, la Argentina ha tenido en estos años una oportunidad histórica, una coyuntura de esas que se producen cada 60 años. Hace años que el precio de la soja y el precio de los productos primarios están por las nubes y a eso se suma la existencia de tasas de interés muy bajas en el mercado financiero internacional. Los países centrales están afectados por una fuerte recesión y necesitan salir de la retracción económica intentando atraer capitales y por eso bajan las tasas de interés.

La pregunta es: ¿qué hizo la Argentina con ese ingreso de divisas extraordinario que tuvo?, ¿aprovechó su oportunidad? Lamentablemente la respuesta es no, porque hemos tenido un crecimiento del 7, 8 y hasta 9 % en el PBI pero debemos decir que el desarrollo es otra cosa porque ese crecimiento nunca se tradujo en mejor calidad de vida, en mejoras de infraestructura, en mejor educación, en un mejor sistema de salud, en mejores expectativas de vida.
Si ponemos las cosas en blanco sobre negro podríamos decir que, por ejemplo, en lugar de alimentar permanentemente el aparato político clientelar, lo que implica además un alto grado de corruptela, la Argentina debería invertir en infraestructura para evitar tragedias como la de Once, pero los ferrocarriles argentinos son los mismos desde hace 60 años. Es solo un ejemplo que sirve para remarcar que ese gran viento de cola a favor del que dispuso éste gobierno gracias a la coyuntura internacional de los últimos años no fue aprovechado favorablemente.
Por eso sigue siendo necesario generar una alternativa política que aproveche este contexto favorable del que todavía dispone la Argentina y por eso urge construir una alternativa al populismo que hoy nos gobierna.
La nuestra no es una oposición cerril, cerrada. Sería una necedad decir que nunca hubo puntos de coincidencia, nuestro sector y buena parte de la UCR apoyó la modificación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, es indudable que la actual es mejor que la anterior, la llamada Corte Menemista lo único que hacía era impedir que el máximo tribunal tuviera un funcionamiento independiente.
Pero también es cierto que el funcionamiento de la Justicia está muy lejos del ideal, la mayoría de las causas que implican casos de corrupción, como si se tratara de un procedimiento mágico, van a parar todas a un mismo juez y generalmente todas terminan en un sobreseimiento o en falta de análisis de las pruebas.

En la etapa en la que integramos el Consejo de la Magistratura, en el último período del año 2007, accedimos a la acusación contra algunos jueces y la verdad es que muchos de esos jueces que tenían un comportamiento poco digno, eran protegidos por el Poder Ejecutivo que con su mayoría legislativa y con la modificación del Consejo de la Magistratura impedían que prosperara la posibilidad de enjuiciamiento de los mismos.
Por eso es que en el ámbito de la Justicia solo rescatamos la mejoría de la Corte Suprema.

En su momento también coincidimos y lo hicimos público, cuando se produjo la quita sobre parte de la deuda externa. El propio Raúl Alfonsín emitió un comunicado que muchos de nosotros firmamos en el que apoyamos públicamente esa quita de la deuda.

Pero frente a éste panorama lo único que puede hacer el Radicalismo es constituirse en una alternativa.
Nosotros pensamos en una transformación productiva. A pesar del crecimiento económico que tuvimos estos últimos años, la Argentina no sólo tiene una desigualdad inadmisible y una pobreza inexplicable, sino que al mismo tiempo los obreros industriales que hoy hay en el país son menos que los que había hace trece años. Se ha perdido calidad institucional porque este Gobierno desprecia el razonamiento de equilibrio entre los poderes. Y no hay un buen aprovechamiento de las oportunidades que el mundo le ofrece hoy a la Argentina.

Lo primero que hay que señalar es que en un sistema democrático tener partidos fuertes es casi una necesidad, la Democracia tiene dos reglas de oro en cualquier lugar del mundo, la primera es el equilibrio y el control del poder y la segunda es la posibilidad de la alternancia en el ejercicio del poder, para lo cual es necesario generar una alternativa. Cuando uno es oposición no tiene que poner palos en la rueda pero sí ser claramente una alternativa, porque las democracias modernas y con mayor calidad institucional son aquellas que equilibran y controlan, y también tratan de ganar la voluntad para garantizar la alternancia en el ejercicio del poder.
Pero el Radicalismo tiene mucho que trabajar para constituirse en esa alternativa. Lo primero que debe hacer es fortalecer la unidad partidaria, una unidad amplia, generosa y sin exclusiones para así dar el segundo paso que es el de la búsqueda de sectores afines para que seamos capaces de ofrecer una alternativa al pueblo argentino.

Uno de los graves errores que cometió el Radicalismo en el último tiempo fue el de impulsar una política de alianzas que no tenía nada que ver con lo que, históricamente, el radicalismo pretendió representar.

El abrupto cambio en la política de alianzas, el viraje que pegó el Radicalismo en 2011 se tradujo en un altísimo costo político y electoral. Del acuerdo histórico que teníamos con el Socialismo, con quien co-gobernamos la provincia de Santa Fe con muy buenos resultados, se impulsó un insólito cambio con un fundamento meramente especulativo que produjo una gran confusión en nuestras bases y militancia y que se tradujo en un pésimo resultado electoral.
En 2007, cuando la UCR participó de aquella convergencia junto a Roberto Lavagna como candidato presidencial del Radicalismo, defendimos esa experiencia porque teníamos una gran afinidad de propuestas, Lavagna había sido un funcionario muy destacado de Raúl Alfonsín en aquel gobierno fundacional de la democracia en 1983 y, en materia económica compartíamos el diagnóstico de la situación, las ideas y los proyectos para ir hacia adelante.
Pero resulta muy diferente plantear nuestra pertenencia al espacio socialdemócrata y, luego, acordar electoralmente con un personaje vinculado ideológica, política y hasta estéticamente con el menemismo de los años 90 como Francisco De Narváez.

El Radicalismo es un partido de origen popular que no tiene nada que ver con ninguna vertiente ni variante del pensamiento conservador.

La UCR debe hacer una propuesta refundacional: en primer lugar, debe identificar las grandes políticas de Estado; luego, declarar su pertenencia al espacio socialdemócrata; y por último, modernizar su estructura arcaica, sustituyendo sus mecanismos de participación que, hoy, son solo una cáscara vacía.
Entendemos que una sola fuerza política considerada individualmente, no está en condiciones de afrontar la cantidad de desafíos que tiene que vencer, pero esa fuerza sí debe anclarse en un partido de fuerte inserción, arraigo y extensión territorial como lo tiene el Radicalismo. Por eso nos reconvocamos una vez más para trabajar en su recuperación porque hemos estado lejos de estar a la altura de esa responsabilidad en los últimos tiempos.

La generación del espacio para el debate político, la reconstrucción del Radicalismo, el debate del programa y la propuesta, la generación de una alternativa y la marcha hacia el futuro son las tareas pendientes.

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